martes, 21 de agosto de 2012

EL BARQUERO DE CANTILLANA


El reciente fallecimiento del gran actor hispano-uruguayo Sancho Gracia y la reciente reposición de la serie de Televisión Española que le hizo famoso, "Curro Jiménez", me conducen a una serie de reflexiones sobre el tema del bandolerismo. El fenómeno de los "rebeldes primitivos", en definición del historiador Eric Hobsbawn, es tan antiguo como la humanidad misma: desde las menciones a las partidas de lusitanos que saqueaban a sus pueblos vecinos, los "bagaudas" o bandoleros del Imperio Romano, a las menciones de bandoleros en la España musulmana,y las partidas de "bandidos", es decir los reclamados por un bando, de la Europa moderna y contemporánea.

El bandolerismo no es exclusivo de España, y todos conocemos sus derivaciones sicilianas, pero también podemos encontrar huellas en Cerdeña, Córcega, Inglaterra (el famoso Robin Hood) o Alemania; sin embargo en el siglo XIX se fue creando la figura romántica, propiciada por los viajeros franceses e ingleses, del bandolero andaluz (aunque bandoleros hubo en Cataluña, Galicia y Castilla-La Mancha). La idea del bandolero justiciero, que se ve abocado a una vida de forajido por injusticias cometidas contra él, y que roba a los ricos para dárselo a los pobres, se aleja de la realidad de personajes que destacaban por su crueldad y saña en el robo, el crimen o el secuestro. Quizá la mitificación que el pueblo también hizo fue una forma de justificar su apoyo al robo frente a una estrucutra social que oprimía económica y socialmente al campesino.

Sin embargo..., en 1986 se estrenó la película "Pasos Largos" de Rafael Moreno Alba, basada en la vida del último bandolero andaluz, Juan Mingolla Gallardo, alias "Pasos Largos", muerto en 1934. Película de diálogos forzados e interpetaciones demasiado teatrales, la cinta se inicia con una escena increíble: La Guardia Civil exhibe en una plaza el cuerpo sin vida del bandolero Flores Jiménez, ante un público de jornaleros y vecinos que, entre vivas al muerto, aplaude frenéticamente. Obviamente, el guionista quiso reivindicar la figura del bandolero dentro de la óptica marxista que explica el fenómeno como un aspecto más de la lucha de clases. Dudo mucho que ante el miedo que imponía la Guardia Civil, los paisanos se hubieran atrevido a tamaño desafío. Curiosamente esta misma interpretación la leí hace años en un opúsculo editado por el gobierno de la antigua República Demócrática Alemana y que entendía a los germanos que invadieron el Imperio Romano como elementos populares en la lucha contra el sistema esclavista.

El bandolerismo vino a mí también a través del Museo del Bandolero de Ronda, una especie de almacén kistch de recuerdos sobre el mundo de los bandoleros de la serranía de Ronda. Recuerdo haber pasado estupefacto ante la avalancha de objetos, maniquíes, armas y cachivaches de todo tipo, así como quedarme atrapado con la lectura de las vidas de El Tragabuches, El Pernales o El Tempranillo, relatadas en un tono popular, recogiendo datos y fechas de asaltos a cortijos y usando, a veces, un vocabulario poco políticamente correcto (como cuando se afirmaba que tal bandolero "había secuestrado tanto a "cristianas" como a "gitanas"). De los bandoleros me fascinará siempre su revisión en el cine. La maravillosa película sonre la vida de El Tempranillo, "Llanto por un bandido" (1964), interpetada por un Benito Rabal que clamaba al cielo que la Sierra Morena era suya, o las andanzas de Curro, El Estudiante, el Algarrobo, El Fraile y El Gitano con fondo de las preciosa banda sonora de Waldo de los Ríos y Antón García Abril.

Vaya mi homenaje a Sancho Gracia y a Curro Jiménez, el único bandolero que cruzaba la sierra en un caballo blanco.

viernes, 3 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN Y NOSOTROS, QUE LA AMAMOS TANTO

File:Camilla Hall as a child.jpg


Hace unos días hallé en el fondo bibliográfico de BiblioSol (CSO Casablanca, c/ Sta Isabel 21), el libro cuyo título encabeza esta página. Se trata de un trabajo realizado en 1985 por Daniel Cohn-Bendit (Danny "el rojo", dirigente estudiantil del mayo del 68), a partir de un documental sobre los movimientos revolucionarios de finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo. El libro está dividido con acierto en cuatro bloques: Rebelión (dónde se entrevista con líderes de la contracultura norteamericana estudiantil como Abbie Hoffman y Jerry Rubin), el Proletariado (donde se ofrece una perspectiva de los movimientos populares de aquel momento desde el punto de vista obrero), la Guerra (terrible apartado en el que entrevista a antiguos combatientes de la guerrilla brasileña y ex-terroristas del RAF alemán y de las Brigadas Rojas italianas) y la Democracia (en la que junto a dos líderes feministas, aparece un jovencísimo Joschka Fischer antes de ser ministro de Asuntos Exteriores de Alemania en la coalición rojiverde del SPD y Los Verdes).

Los apartados que me resultaron más interesantes fueron los referidos al proletariado y al terrorismo. En el primero se evidenciaba la falta de conexión entre las masas obreras y los grupos universitarios; una cierta desconfianza de los primeros hacia los segundos, vistos como burguesitos aprendices de revolucionarios, que se refleja en la experiencia que relata Cohn-Bendit cuando trataron de dar un mitin en la Renault, durante los encierros en esta fábrica a finales del los 60, acompañados de algunos obreros, y se encontraron a los sindicalistas dispuestos a enfrentarse no a la policía, sino a ellos. Una profunda división ideológica los separaba también: la vieja lucha de clases socialista o comunista frente a visiones rígidas y extremistas de un grupo de estudiantes maoístas o troskistas.

El segundo apartado, "la guerra", es realmente sobrecogedor. la desesperanza de dos líderes de las Brigadas Rojas, encarcelados de por vida y que han renunciado a la lucha armada; la reflexión de Danny "el rojo" (En los 70 ellos y yo militábamos en la extrema izquierda ¿Por qué ellos optaron por el terrorismo y yo me hice pacifista?), y la frase del exbrigadista condenado a cadena perpetua que sobrevive junto a su imaginaria moto recién comprada: no se puede superar la experiencia de la cárcel si no se mantiene la fe en que saldrás algún día. No menos impactante es el testimonio del ex-miembro de la banda alemana Baader-Meinhoff; un radical que se hartó de los movimientos de masas y optó por la lucha armada; un adicto a las armas y a la acción que, pasados los años, reniega de todo aquello, maldice la forma en que truncó su vida y sólo aspira a que le dejen vivir tranquilo con su mujer y su hijo. Y finalmente, el momento en que el líder guerrillero brasileño Fernando Gabeira ve el sinsentido de la guerrilla: un taxista le reconoce años después, al volver del exilio, y alaba la lucha armada comparándola con las gestas de los cosmonautas al llegar a la luna; entonces se da cuenta de lo lejos que estaban del sentir popular: tan sólo eran un espectáculo más.

Hace años, durante una estancia veraniega en un apartamento de Agua Amarga, me topé con un libro sobre el secuestro de Patty Hearst, que alguién había olvidado allí. No recuerdo el título, creo recordar que era una traducción del original de un autor estadounidense, pero si que me enfrasqué en su lectura la cual me atrapó desde la primera línea. 

Patty Hearst era descendiente del magnate de la prensa William Hearst, quién tanto colaboró en aportar argumentos a favor de la intervención de EEUU en Cuba en 1898, y fue secuestrada en 1974, con diecinueve años, por el Ejército Simbiótico de Liberación (SLA). Este "ejército" que daba a conocer sus ideas en rimbombantes proclamas y que decía constar de una infraestructura implantada en todo Estados Unidos, en realidad estaba formado por una docena de universitarios de extema izquierda fascinados por la personalidad de Donald DeFreeze, un exconvicto afroamericano. El grado de convencimiento de sus miembros acerca de una lucha absurda y carente de implantación social, es algo que resulta inconcebible si no se piensa en un comportamiento más cercano a una secta religiosa que a un grupo político. Durante su corta y delirante existencia acabaron con la vida de un superintendente educativo, robaron un banco y secuestraron a Patty Hearst, hecho éste que, ademas de conseguir que los Hearst alimentaran a los pobres de San Francisco por valor de dos millones de dólares, fue el que les dio notoriedad pública. Finalmente la mayoría de ellos murieron en un enfrentamiento policial en mayo de 1974 y otros como Patty Hearst, que se unió al grupo colaborando activamente, acabaron en prisión (sólo cumplió veintidós meses de una condena de diez años pues fue liberada por Jimmy Carter; Bill Clinton se encargó de indultarla definitivamente).

Recomiendo la lectura del libro de Danny "el rojo" en estos momentos de rebelión social por los que atravesamos. Para no repetir errores, mejor aprendamos del pasado.

(La niña de la foto es Camilla Hall (1945-1974), trabajadora social, pintora, poeta y miembro del Ejército Simbiótico de Liberación. Asesinada el 17 de mayo de 1974 durante un tiroteo con la policía).