lunes, 28 de noviembre de 2011

EL TIEMPO DE LAS CEREZAS

 


La Comuna de París (marzo-mayo de 1871), cuando según Marx "los obreros intentaron asaltar los cielos", es una de las experiencias revolucionarias más sugestivas y polémicas en la historia de los movimientos populares. El intento de crear una sociedad autogestionaria, una república social y federal; la demostración de que las masas populares son capaces de organizarse sin necesidad de mandatos superiores ni vanguardias obreras, son elementos que han generado una copiosa literatura entre los pensadores e historiadores desde el mismo día en que, trágicamente finalizó la experiencia.

Con sus luces, y también sus sombras (como el asesinato de rehenes, entre ellos cincuenta y siete sacerdotes), la Comuna avanzó manteniendo su espíritu ético (negándose por ejemplo a apropiarse de los fondos del Banco de Francia) durante los tres meses en que el sueño se materializó. Un sueño que desvela elementos que hoy consideramos propios sin darnos cuenta que ya fueron aplicados hace cien años: las asambleas de distrito, la creación de comisiones organizativas, el mantenimiento del sector público, el papel de las mujeres como motor de la revolución, la supresión del ejército, la separación entre iglesia y estado, la creación de escuelas públicas y su dotación gratuíta. Y los mensajes gritados en las calles de París como aquel "No queremos la explotación comerical de los seres humanos por otros seres humanos" (¿les suena?).

La Comuna  acabó en manos de la reacción burguesa que aplicó su ansia revanchista con todo rigor: cerca de treinta mil comuneros fueron ejecutados en las semanas siguientes a la toma de París y miles más sufrieron el exilio. Pero también nos dejó una hermosa canción: "Le temps des cerises"...

"Le temps des cerises" era una canción romántica muy popular en aquellos días. había sido escrita por Jean Baptiste Clément en 1866 y musicalizada por Auguste Rénard en 1868. El propio Clément participó en la Comuna como delegado del distrito XVIII y miembro de la comisión de servicios públicos, luchó en la última fase de la revolución, la semaine sanglante, y dedicó la canción a una enfermera que falleció durante los combates. "Le temps des cerises" se transformó a partir de entonces en un himno metafórico y clandestino que evocaba los felices días de la libertad perdida: las heridas abiertas, las cerezas como gotas de sangre, el recuerdo albergado en el corazón...

Cuando estemos en el tiempo de las cerezas
el alegre ruiseñor y el mirlo burlón
estarán de fiesta.
Mujeres hermosas tendrán la locura en la cabeza
y los enamorados, sol en el corazón.
Cuando cantemos en el tiempo de las cerezas
silbará aún mejor el mirlo burlón.
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas
cuando vamos los dos a cortar soñando
pendientes para las orejas…
Cerezas de amor iguales que rosas
que caen bajo el follaje como gotas de sangre…
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,

pendientes de coral que se cortan soñando.
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
si acaso teméis las penas de amor,
evitad a las hermosas mujeres.
Yo, que no les temo a los grandes dolores,
no viviré ya un día sin sufrir…
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
vosotros también penaréis de amor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas.
Es de ese tiempo del que guardo en el corazón
una herida abierta.


Y aunque se me ofreciera la dama Fortuna,
no podría jamás calmar mi dolor.
Por siempre amaré el tiempo de las cerezas,
y el recuerdo que guardo en el corazón.

He aquí una versión de mi alter ego (con permiso de Dino) Yves Montand,





Y una versión más moderna a cargo de Noir Desir (Sí, el rock en francés también existe, aunque le pese a Juanma Ortega)




Brindemos por el tiempo de las cerezas, cuando las mujeres tienen la locura en la cabeza y los enamorados el sol en el corazón. Cuando los días se nos pasen en conocernos y te escuche de nuevo pronunciar mi nombre.