Las tragedias humanas se repiten
sin que nadie sepa aprender del pasado o como sin algunas cosas tuvieran que
estar siempre presentes por necesarias. Desde hace años términos como “deshaucio”
o “dación en pago” se han convertido en habituales en los labios de cada
ciudadano español. Y al hilo de todo ello, me encuentro con un texto que habla
del joven poeta irlandés Charles Donnelly, miembro del partido republicano de
izquierdas Congreso Republicano en los años 30. Donnelly conoció a otra
activista Cora Hughes durante un desahucio: arrojaba la justicia y la policía a
una anciana de un piso por no poder pagar su alquiler y ellos, sin pensárselo
mucho, volvieron a meter los enseres desperdigados por la calle en la casa.
Ambos fueron condenados a pagar una multa o pasar un tiempo equivalente en la
cárcel, opción que ambos aceptaron. No
era la primera vez para Charles, puesto que meses antes había también optado
por la cárcel durante un juicio por formar parte de un piquete en una huelga de
panaderos.
Charles ya se había enfrentado a
numerosas instituciones a pesar de su juventud, llevado por la rebeldía de su causa
(su padre, la escuela, y la universidad)
teniendo que emigrar finalmente a
Londres. En 1936 volvió a Irlanda ante el llamamiento del Congreso Republicano
para alistarse en las Brigadas Internacionales que se estaban formando para
apoyar a la República Española. El 27 de febrero de 1937 moría en combate en el
cerro Pingarrón durante la Batalla del Jarama. Cuentan que uno de sus últimos
versos surgió de sus labios al tiempo que exprimía unas aceitunas: “Even the
olivas are bleeding” (incluso las olivas sangran)
Charles y Cora unieron sus
pasiones políticas y vitales. Aunque Cora murió joven, con tan sólo diecinueve
años, él no la olvidó nunca. Años después algunos le recordaban en Londres llevando consigo
un mechón de su pelo.