Mi colega de Filosofía llega espantado ante la última de nuestros alumnos:
-¿Pues no te crees –dice-, que X afirma tranquilamente : “Yo la tortura la legalizaría, pero sólo lo justo”?
No sé si le indigna más el hecho de aprobar el uso de la tortura, la tranquilidad con la que la alumna lo afirmó o esa inquietante idea de “lo justo”. Mi colega es nuevo aún en la profesión. Hace años tuve que escuchar a niños de doce años afirmar lo bien que vivían los presos, con gimnasio, televisión, conexión a internet y piscina. De nada sirvió que les hiciera entender lo que significa ser privado de libertad, quizá porque es algo que a ellos ni se les pasa por la cabeza que les pueda suceder. No poder formar una familia, viajar, tomarte unas cañas con los amigos, amar… en definitiva hacer lo que a ti te dé la gana.
-¿Pues no te crees –dice-, que X afirma tranquilamente : “Yo la tortura la legalizaría, pero sólo lo justo”?
No sé si le indigna más el hecho de aprobar el uso de la tortura, la tranquilidad con la que la alumna lo afirmó o esa inquietante idea de “lo justo”. Mi colega es nuevo aún en la profesión. Hace años tuve que escuchar a niños de doce años afirmar lo bien que vivían los presos, con gimnasio, televisión, conexión a internet y piscina. De nada sirvió que les hiciera entender lo que significa ser privado de libertad, quizá porque es algo que a ellos ni se les pasa por la cabeza que les pueda suceder. No poder formar una familia, viajar, tomarte unas cañas con los amigos, amar… en definitiva hacer lo que a ti te dé la gana.
Estas reflexiones vienen al hilo de "Al alba", la conocida canción de Luis Eduardo Aute. Hace años escuché a un tertuliano, de esos que pasó la Transición tras la mesa de una redacción, contar una historia sobre el tema de la canción que no se ajustaba a la realidad. He aquí el verdadero origen contado por el autor en una entrevista publicada en La Vanguardia en abril de 2000.
“En septiembre de 1975 se ejecutan las últimas penas de muerte en España. Fusilan a cinco terroristas y usted compone una bella canción que titula "Al alba".
--Escribí "Al alba" los días previos a los fusilamientos y con mucha urgencia. Debe haber sido una de las canciones que más rápidamente me surgieron, pero quería que la gente la cantara. La verdad es que no tuve que pensar mucho, salió del dolor.
--Es un canto a la vida pero enmascarado en una canción de amor. ¿Por qué la concibe de ese modo?
--Quería que pasara rápido la censura. Por eso la estructuré como una canción de amor, de despedida para siempre y como un alegato a la muerte. Pero hay dos elementos en la canción muy vinculados a las ejecuciones. Una vez pasó la censura, Rosa León la grabó.
--Seguramente es una de las canciones más reclamadas por su público. ¿Por qué cree que se la piden?
--Estas canciones que salen ya hechas, de la propia necesidad de escribirlas, calan más. Sí, probablemente es la que más he cantado.
--Creo que enviaba a los censores muchas canciones que sabía ya que no serían aceptadas y así, por pena, aprobaban las que usted quería.
--No creo que les inspirara ninguna pena. Pero sí fue una treta que utilizábamos muchos para que se salvaran algunas letras.”
--Escribí "Al alba" los días previos a los fusilamientos y con mucha urgencia. Debe haber sido una de las canciones que más rápidamente me surgieron, pero quería que la gente la cantara. La verdad es que no tuve que pensar mucho, salió del dolor.
--Es un canto a la vida pero enmascarado en una canción de amor. ¿Por qué la concibe de ese modo?
--Quería que pasara rápido la censura. Por eso la estructuré como una canción de amor, de despedida para siempre y como un alegato a la muerte. Pero hay dos elementos en la canción muy vinculados a las ejecuciones. Una vez pasó la censura, Rosa León la grabó.
--Seguramente es una de las canciones más reclamadas por su público. ¿Por qué cree que se la piden?
--Estas canciones que salen ya hechas, de la propia necesidad de escribirlas, calan más. Sí, probablemente es la que más he cantado.
--Creo que enviaba a los censores muchas canciones que sabía ya que no serían aceptadas y así, por pena, aprobaban las que usted quería.
--No creo que les inspirara ninguna pena. Pero sí fue una treta que utilizábamos muchos para que se salvaran algunas letras.”
Todavía escuché a algún alumno de bachillerato justificar las ejecuciones de acuerdo a los crímenes de los que se le acusaba. Bien, para mí, un activo militante contra la Pena de Muerte, el debate sobre su utilidad como pena no tiene cabida. Pero en el contexto del final de la dictadura, con la necesidad del régimen de dar ejemplo, se cometieron todo tipo de irregularidades en los procesos judiciales comenzando desde la misma sinrazón de juzgar presuntos delitos civiles por parte de cortes militares. Para convencerse de ello sólo hay que echar un vistazo al estremecedor documental “Septiembre 1975” de Adolfo Dufour sobre el proceso a uno de los encausados José Humberto Baena. Aún su familia recorre los pasillos de la justicia nacional e internacional exigiendo una reparación moral.
“Al alba” me devuelve a un aula donde proyecté un video con una interpretación en directo de Aute. A una alumna que se emocionó hasta el punto de tener que abandonar la clase para evitar que la viéramos llorar.
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