lunes, 19 de diciembre de 2011

Nehru en la Terra Alta



Nehru con Margarita Nelken y Enrique Lister

He vuelto a la Terra Alta tarraconense por tercera vez. Confieso que, aparte de mis razones sentimentales, hay algo como de tiempo detenido que me atrae de ese lugar. Quizá sean los macizos de Pandols y Cavalls enfrentados en el horizonte o descollando en los días de niebla, quizá las catedrales del vino modernistas anquilosadas en su propia estructura de ballena disecada, quizá esa casa masónica de Pinell de Bray con su compás y escuadra cruzados en el frontispicio. Resulta siempre reconfortante la sensación de vacío, de cápsula delimitada por el viento y el frío; la extrañeza de tu propio oído de no escuchar nada, absolutamente nada. La inquietud que produce esa soledad en la que llegas a desear la presencia de una partida carlista tras culaquier roca.

Me encanta la Terra Alta y volveré de nuevo por ver si soy capaz de terminar la Ruta de la Paz que marca, un poco a la ligera todo hay que decirlo, los lugares en los que tuvo lugar ese Verdún nuestro llamado "Batalla del Ebro". Es una lástima que los distintos museos temáticos que jalonan la comarca vayan a ser cerrados por mor del ataque de las tijeras diestras, pero aún subsisten algunos sitios dignos de ver. Es el caso de "Las veus del front" (Las voces del frente), situado en Pinell de Brai (atención a su maravillosa cooperativa modernista) dedicado a la propaganda de ambos bandos en los meses de la batalla. El guía, Jaume, es un voluntarioso joven que se emociona con cada objeto y salpica las explicaciones con referencias a las experiencias de su propio pasado (su abuelo fue miembro de la "quinta del biberón"). Allí descubrí esos panfleos que lanzaban los fascistas (Rojos, ¿qué tal las lentejas? Hoy hemos comido paella y ha sobrado) y los republicanos (Fascistas, mandádle la paella a vuestros padres si sabéis quiénes son), una curiosa reproducción de una trinchera de mando y un sinfin de parafernalia militar.
 Pero lo que más me interesó fue una fotografía del Pandit Nehru, líder del Congreso Nacional Indio en el frente. Yo ya sabía que había estado en Cataluña en 1937 como coordinador de un comité de ayuda alimenticia a los republicanos españoles, pero lo que ignoraba es que la joven que caminaba a su lado era, ni más ni menos, la malograda Indira Ghandi. ¿Quién duda ahora de la Teoría de los seis grados de separación?
Volveré a la Terra Alta sin duda, aunque no en mucho tiempo me temo. Todo está conectado en mí de una forma especial, La Batalla del Jarama, la Batalla del Ebro, Ciempozuelos, Gandesa...el amor, el dolor, la misma guerra.


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