DE PALOMAS Y HALCONES (La historia de Ivan Cooper)
Optar
por la no-violencia es siempre un camino áspero. La resistencia
pacífica exige templanza, reflexión, coraje ante los golpes
recibidos y determinación. Es alcanzar el completo dominio de la razón sobre la emoción. Lo opuesto, lo irracional, la violencia, es tan sencillo como dejarse llevar por la ira, la rabia y la venganza.
Por
eso, muchas veces hay quien, iniciando el camino difícil, decide
apartarse de él y sumarse a la ola de la emoción sin freno. Otros,
decepcionados ante la vorágine violenta que inunda el camino de la
paz, deciden apartarse de un género humano que ya no reconocen y
abandonar la senda. Ese fue el caso de Ivan Cooper.
Cooper
creció en el Bogside, el mítico barrio rebelde de la ciudad de
Derry en Irlanda del Norte. Pertenecía a una familia protestante y
él mismo, de adolescente, había formado parte de los grupos
lealistas que se oponían a una futura unificación de la isla. Sin
embargo, en su juventud fue consciente de la falta de derechos
políticos y la discriminación social y laboral de una minoría
católica sometida al control de un gobierno autónomo y una asamblea
de aplastante mayoría protestante. Desde un análisis político
ligado al socialismo, Cooper creyó ser capaz de superar esta
situación uniendo a las clases trabajadoras de ambas comunidades. Esto le hizo perder apoyos entre amplios sectores protestantes que le veían como un traidor.
A
finales de los sesenta Cooper y otros dirigentes políticos, algunos
diputados de la asamblea norirlandesa como él, decidieron trasladar
la forma de protesta pacífica del movimiento por los derechos
civiles de Martin Luther King en Estados Unidos. La consecuencia fue
la creación de la NICRA en 1967 (Northern Ireland Civil Rights
Association) y la formación de numerosas y multitudinarias marchas
en todo el territorio de los Seis Condados. La respuesta del gobierno
norirlandés fue la prohibición de las marchas, las cuales tenían
que sufrir además los ataques de los grupos paramilitares lealistas.
La situación de tensión, agravada por la reaparición del IRA
(Ejército Republicano Irlandés) en apoyo de los católicos, llevó
al gobierno británico a enviar tropas a la región para imponer la
paz, pero esto no impidió que las marchas siguieran organizándose.
Cooper
, miembro activo de la NICRA, se unió a otros parlamentarios
católicos para formar el SDLP (Social Democratic and Labour Party).
El domingo 30 de enero de 1972, desafiando la prohibición
gubernamental, organizó una gran marcha en el bogside de Derry.
Durante el desarrollo de la misma, un grupo de manifestantes se
apartó d ella misma al observar que se habían dispuesto tropas de
la Primera Compañía de Paracaidistas a lo largo del recorrido.
Considerándolo una provocación, algunos jóvenes empezaron a
increparles y lanzarles piedras a pesar de los intentos de Cooper de
evitarlo y de separar la marcha de los que increpaban a los soldados.
La respuesta de los soldados, a pesar de las órdenes de utilizar
sólo material antidisturbios, fue abrir fuego indiscriminadamente
contra los miembros de la marcha, causando catorce muertos. Aquella
jornada pasaría a la historia como el “Bloody Sunday”.
Esa
misma noche Cooper comunicó en rueda de prensa al gobierno británico
que acababan de darle la mayor de las victorias al IRA. Y,
efectivamente, mientras él hablaba cientos de jóvenes católicos se
unían a la lucha armada.
El
“Bloody Sunday” fue el fin del Movimiento por los Derechos
Civiles y de las marchas pacíficas y el inicio de una violencia que
acabaría con miles de personas y que no pararía hasta los Acuerdos
de Viernes Santo de 1998. Para entonces Cooper ya llevaba años
apartado de la política, dedicado a su actividad profesional,
desengañado al ver triunfar de nuevo al halcón sobre la paloma.
Nota
del bloguero: sobre la reconstrucción de los hechos es muy
recomendable la película “Bloody Sunday” (2002).