Hace poco escuché este electrizante tema de Mhalia Jackson que me remitió al momento en que la escuché por primera vez en el clásico de Hollywood "Imitación a la vida". la película narraba el rechazo de una joven negra a su condición étnica y social, ejemplificada en su madre, y que tampoco se dejaba seducir por la comprensión de unos blancos que se limitaban a actuar en favor de la causa negra movidos por un cierto sentimiento de culpa. Pensando en este tema y en la filosofía que hay detrás de su letra (pronto dejaré de sufrir los problemas del mundo, pronto estaré con mi señor), vuelvo a pensar en la tan manida frase de la religión como "opio del pueblo" (no en el sentido de veneno como muchos creen, sino de adormecimiento de conciencias), y me sumerjo en la manifestación musical por excelencia de la músicas religiosa negra: el gospel.
Sabemos que los primeros negros llegaron de manos de los españoles a las costas norteamericanas a principios del siglo XVI pero nunca llegó a establecerse una colonia permanente con esclavos hasta 1619 en que un barco inglés introdujo a los primeros habitantes africanos en las costas de Virginia. A partir de ese momento las tradiciones musicales africanas y la introducción de los esclavos en la fe cristiana derivó en los denominados "espirituales negros" que hacia el siglo XIX, con la influencia de los himnos religiosos anglosajones, derivaron , en el género conocido como "góspel" (del inglés God spell, "palabra de Dios") que se convirtió en un elemento ritual más de las celebraciones religiosas. De esta forma, la población negra de Estados Unidos, que vió como su supuesta libertad tras la Guerra de Secesión, era sustituída por las infamantes y segregadoras Leyes de Jim Crow, se resignaba a su condición asumiéndola como un castigo de Dios, como el padecimiento en este valle de lágrimas que acabaría con la muerte y el retorno a la casa del Señor. Y así, la mera constatación de las causas de las injusticias o la abierta denuncia de la situación a la que se veían sometidos se entendía como una afrenta al aún temido blanco; algo propio de gente sin aprecio a la vida. Por si la religión no surtía efecto allí estaban presentes tanto el Klan como la Ley de Lynch. Los linchamientos se hicieron parte del paisaje sureño desde finales del siglo XIX hasta los años 30 del XX; linchamientos de negros a los que asistían familias enteras de blancos, muchos de los cuales tomaban fotos para enviarlas como postales de correo. Una imagen de éstas fue la que le quitó el sueño a Abe Meeropol y la que le llevó a componer esta terrible canción interpretada por Lady Day.
Pero no todo fue opio. Algunos miembros de la comunidad negra estadounidense se atrevieron a alzar su voz; Gabriel Prosser (caudillo de una de las primeras rebeliones de esclavos), Marcus Garvey, W.E. Du Bois, Thurgood Marshall, MLK y tantos otros.
Hace poco, una persona ya mayor y muy querida por mí, me pidió que le transcribiera una oración titulada "Devoción por las almas del Purgatorio". Mientras escribía al ordenador mis ojos desvelaban palabras: "resignación", "dolor", "penalidades", "sacrificio", "futuros refrigerios" (en ésta esbozé una sonrisa), y otras por el estilo. Al terminar mi tarea pensé en el opio de la religión en tiempos del franquismo. Pero si hemos llegado hasta aquí, sin duda es porque, al igual que en la América del Góspel, muchos miembros de aquella generación lograron romper con la adicción.
P.D: Un amigo me pide que promocione su blog. Allá va:
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